4 dic 2010

COMENTARIOS DEL DISCO "EN LA RUTA" 
DE SERGIO AGUIRRE

“En la Ruta” se llama el nuevo disco de Sergio Aguirre editado por el sello AYUÍ y que ya tiene varios quilómetros recorridos por ciudades de todo el país. La discografía de Sergio Aguirre arranca en el 2001 con “Pepe Transgénico y otras  historias” junto a Murga La Nueva, en 2003 “La Luna y el Tambor” con la comparsa SUDACAN, en 2006 con dúo Deti integrado por Sergio Aguirre y Julio Rapetti graban “Siesta y Río” .

Pero este puñado de canciones que salen al camino no son todas nuevas, algunas tienen varios añitos. Este proceso de maceración se nota, por ejemplo, en “Martes” que es una canción redonda. No le sobra ni le falta.
Pero también “En la ruta” es una joyita. Una Milonga varonil que cuenta una peripecia camino a Artigas.

Este puñado de canciones tiene dos perlas y eso es mucho para el común de la música popular que se produce en el interior del país que, en general, están más interesados en parecerse a modelos anacrónicos que en hacer música.

Hay otro valor agregado: el riesgo. No le entra a la Milonga o al Candombe por el lado más fácil. La forma de cantar es personal  y las melodías no son de esas que se te pegan en la oreja como un chicle Ploc remasticado. Canta y a veces está a mitad de camino entre el canto y el habla. El ritmo suele darnos sorpresas en medio de la canción. La guitarra tampoco es complaciente. No acompaña a la voz sino que tiene personalidad. Tiene cosas de la música urbana montevideana de Lazaroff, Ruben Olivera, Mateo y hasta Jaime Roos; pero tiene yeito propio. Suena a Sergio Aguirre. Es armónicamente complejo pero no le dispara a lo simple o a los tres tonos como en “Cachirulo despechado”. Crea climas expresivos a lo Mateo en “Eclipse” que está en cinco tiempos.

Las letras miran para adentro y alrededor. Son las vivencias de un tipo maduro que reflexiona sobre lo vivido. No son canciones para enamorar señoritas. Afirma que “se terminó la melancolía, canciones tristes ya no hago más”. Cuenta historias sencillas como en “7 vidas”, reflexiona y deja preguntas planteadas en “Identidad(es)”, sobre lo global en “Descubriendo España” y manda a la gran siete a un crítico musical ombliguista.

Hay quienes predican la complejidad musical como un valor en sí mismo, sus resultados son complejos pero anodinos, insustanciales, terminan jactándose de descubrir el agua tibia. No es éste el caso. Estas canciones no son sencillas y respiran, tienen vida. El entramado es parte constitutiva de la canción, es decir, fueron compuestas así. Recoge gran parte de los hallazgos vanguardistas de la música popular.

Son canciones propias de la mejor música popular uruguaya. No es lo que estamos acostumbrados a escuchar en el interior. No es el folclore que programan las FM en la mañana temprano aunque hay Milongas, Candombes y Chamarritas. Entonces es lógico que tengamos que seguir escuchando estas canciones y reconocer que ahí hay un estilo. Y que dejemos de escuchar a nuestros músicos sub estimándolos.

Todas estas consideraciones técnicas, y no tanto, son la excusa para proponerles que escuchen estas canciones como de quién viene.
Alberto Chiriff
noviembre 2010

2 sept 2010

del sitio CAMACADAS http:www.acamacavamos.blogspot.com

lunes 28 de abril de 2008


Alberto Chiriff, un músico, un murguero, un docente


Murguista, músico, docente
Alberto Chiriff, los sonidos de la vida alimentan su pentagrama
Dicen los que saben que para ser músico hay que tener "buen oído". Porque es el oído el centro del aprendizaje del canto y la música, y por eso hay que procurar que la audición sea buena desde el comienzo. No obstante, dicen otros que también saben, que recientemente se demostró que para ser músico, también hay que tener "buen cerebro"...
De lo que si está claro es que los músicos tienen un "oído diferente" al del resto de las personas, ya que las zonas que se activan al escuchar música, así como también su localización, son diferentes en cada caso, quizás por capacidad innata, pero también por el aprendizaje y el entrenamiento recibidos.
Hace unos días, alguien comentó por ahí que “la vida a veces va poco acompañada de música”. Pero, habría que matizarlo. Puede ser que a veces la vida esté tan distraída que no podamos escuchar la música que la acompaña. Y es que cada momento de la vida tiene su música, su nota oportuna, su melodía. Después de escuchar a Alberto Chiriff, estamos más convencido de ello, pero, no se queden con lo que decimos, lo invitamos, en este pentagrama imaginario, de notas musicales, de palabras tan sonoras y cargadas de sentimiento de nuestro entrevistado a escuchar la música de sus reflexiones.
TODOS VENIMOS CON UNA ESCALA MUSICAL DESDE LA CUNA
Alberto Chiriff fue murguista, es fundamentalmente un músico y hace docencia con algo que siente profundamente, la música. Nuestra charla parte de una simple pregunta..
- ¿En qué momento la música apareció en tu vida?
-“Desde niño tenía diversas inclinaciones, unas se fueron concretando, otras no. Es que la música está en todos desde niño. Por ahí se me dio más formalmente porque después arranqué con la murga. A los 14 años ya andábamos con los Graduados del Jodicen y cantábamos la Retirada escrita por Camaca. Hasta esa edad, todos llevamos música adentro, a todos nos gusta”. Este comienzo fue el disparador de sensaciones, de imágenes, de rememorar sonidos, recuerdos, entrelazarlos, juntarlos y accionar el instrumento de los sentimientos más puros. Alberto, el “Negro” Chiriff, comenzó hablar, a emitir palabras con la melodía sin par de la sinceridad y sigue contando: “Era por el año 1985/86, cuando recién empezaban a pasar canciones de murga, de canto popular, yo ya andaba en la vuelta, muy influenciado por mi hermano mayor que me llevaba a los espectáculos, como cuando vino Zitarrosa a Salto Uruguay, las primeras venidas de El Sabalero, cuando vino Murgamérica en 1985, todo estaba vinculado con el canto popular uruguayo, que era lo que se escuchaba. Después vino el rock uruguayo”.
La canción no se detiene, el músico ha salido a escena de sus recuerdos y en un molto vivace, señala que: “Un tío que tenía una valija llena de cassette y era el que tenía el pasacassette más grande del barrio, escuchábamos de todo. Los discos de mi tío eran de Jorge Cafrune, Los de Siempre, todo el folklore argentino y música francesa, Charles Aznavour, Edith Piaf. También escuchaba por ese entonces, mucha radio en la mañana, emisora del Litoral, con sus chamamé, sus chamarritas”.
ABRO LAS PUERTAS DEL RECUERDO Y EL PENSAMIENTO SE ME VA…
“Llevo vivo todos los sonidos de la casa, el ruido del parque Solari, pisando hojas de eucaliptus, la pelota, el arroyo Sauzal crecido, todos esos sonidos siempre estaban ahí. El carro de Cambrilla subiendo por calle Beltrán, el olor del galpón de Caputto, que también era sonido, el olor a naranjas. Los ruidos de la escuela, la pelota de básquetbol”. Se detiene brevemente, sólo para respirar hondo, y sigue: “Después que terminé el liceo yo quería ser profesor de música. En 1989 me fui a inscribir al Instituto de Formación Docente, pero, había que saber música para entrar. Yo pensaba que enseñaban ahí. Me indicaron donde quedaba el Conservatorio Municipal, y ahí comenzó mi educación formal de la música, pero siempre pensando en ser algún día profesor, esa era mi meta. La música siempre está, pero más que la música, están los sonidos. Todas las personas tenemos sensibilidad para algo, en mi caso, por los sonidos. Po eso tengo tantos registros de sonidos. Por eso me emocionaba tanto el ruido del viento en el Parque Solari, pisar las hojas, las hamacas tenían un sonido particular. Todo eso es parte de la formación sonora de uno”.
DE SONIDOS Y PENTAGRAMAS
Le preguntamos a Alberto Chiriff, si esos sonidos dispersos absorbidos en su infancia, en su adolescencia, eran transportados luego al pentagrama, si aparecen en sus composiciones, si laten en ellas…
“Por supuesto. Esto lo empecé a reflexionar después de ser docente de música, que era lo que yo quería enseñar. Aparte de los cursos de pedagogía musical en la Universidad, y todo eso, de reflexionar sobre el proceso de enseñanza, de estar al día con las corrientes pedagógicas, con la educación artística mi idea era de enseñarle a los gurises, a mis alumnos, la importancia de tomar conciencia que todos esos sonidos cotidianos, de la ciudad, salen después cuando sos músico. No salen en la partitura como vos decís, no salen en una cuestión musical técnica, salen en la emoción, en la sensibilidad, cuando uno compone una canción, esos sonidos están. Quizá no está la palabra viento en el eucaliptus, pero si está esa sensibilidad que me moviliza a escribir sobre determinadas cosas”. Otro breve silencio, y en un tono más dominante, apunta: “D la misma manera que digo que la memoria sonora individual es fundamental, la memoria colectiva también lo es, lo sonidos que tenía Salto, el ruido del tren, de los carros de caballo. Hoy tenemos otros sonidos, pero hay que hacer conciencia en los jóvenes músicos de la importancia de la memoria sonora…¿a dónde se fue el divague este?, a que todo el entorno sonoro influye. La formación musical de uno no es sólo la formación académica, es también sino su sensibilidad ante los sonidos cotidianos, del lugar en que se vive. ¿Cómo salé este divague? A que me preguntaste cómo entró la música en mi vida. Entró por todos lados, por todo lo que tiene que ver con el sonido. Después, influenciado por la música que escuchaba mi hermano y lo que escuchaba mi tío”.
GORRIÓN DE CARAPINTADA CON VUELO DE SERPENTINA
Después llega el tiempo de la murga, esos años donde no importaban los premios sino salir. Hasta que ese músico se transforma en director de una murga, que con su impronta y la propuesta del grupo, la murga transforma al carnaval de Salto, y él, el director pasa a ser un referente del reinado de Momo, en Salto y la región, cuando La Nueva empieza a ser La Nueva. ¿Cómo viviste esa etapa previa, y luego, la “fama”?
“La fama es puro cuento. Pasó que nosotros en el barrio teníamos la murga Los Graduados del Jodicen, que era una mezcla de la barra del barrio con la del liceo. Estábamos muy politizados en esa época 1986/87, la murga era una manera de decir cosas que teníamos embuchadas como estudiantes. De hecho se llamaba Los Gradados del Jodicen, nuestra preocupación era por el tema de la enseñanza, por todas las actitudes del Codicen, era el primer gobierno democrático, Adela Reta en el Ministerio, toda una concepción ahí. En esa época la idea nuestra era trabajar en la naranja, jugar al fútbol y salir en murga, y la cuestión política estallaba más”.
CRECER EN CUERPO Y ALMA
“Pero a la vez nos íbamos formando, yo en la música, otro en el teatro, otro en la literatura, otro en la plástica, y cuando quisimos acordar, teníamos una barra con inquietudes artísticas. Entonces nos juntamos con otra barra del liceo que venía por ese lado también y de ahí sale lo que es La Nueva. Fue Mario Sancristobal el de la idea de juntarnos a todos y hacer La Nueva, de hacer una murga, pero como la sentíamos nosotros, no seguir los moldes que ya venían sino que tomar eso y aportar lo nuestro. Yo tenía otras ideas musicales, teníamos otras ideas de cómo encarar los trajes, la puesta en escena, las letras, probar con la murga haciendo otras cosas. Eso fue por el 1992/93. Hasta que en 1997/98 empezamos a encontrar un camino individual, ya no era tensar los límites de la murga para ver lo que pasaba, y encontramos una dirección, estábamos más maduros musicalmente, en lo teatral, en lo plástico. No es que yo fuera el referente, creo que La Nueva fue el referente del carnaval, yo hacía los arreglos, “Galleta” escribía, el Peri hacia la puesta en escena, después vino Pablo Sánchez, en el grupo todos eran referentes…
- Se da en Salto que indetifican a una murga y dicen la murga de Papino, la de Darío, la de Mulato, del rengo Jaime…
- “Si, pero no es as, es injusto eso. Yo siempre reclamé el sentido colectivo de La Nueva donde éramos tres o cuatro los referentes, los que le poníamos cabeza a la murga .
EL AYER DE ESPLENDOR, NO VUELVE
“Aquellos años de La Nueva fueron especiales, y cuando uno quiere volver a eso, no se puede volver porque cada época es lo que es. Los tiempos ahora son otros. Yo por ejemplo arriba del escenario, en aquellos años tenía un fuerte compromiso con la murga y con la gente, pero todo era una energía especial. Este año sufrí en el Parque viéndola de abajo, pero por más que quiero imaginarme, no sé lo que sintieron los murguistas de La Nueva ahora cuando ganaron, todo fue muy bueno, pero eso lo viven ellos”.
- Un día no pudiste salir más en la murga y Marcelo Cayetano tomó la batuta, ¿cómo has visto la evolución de Marcelo en este tiempo?
- Para mi Marcelo es un gran murguista. En lo personal creo que está muy despegado del resto en cuanto a letra, todo lo que escribe Marcelo es de una gran calidad y de una gran sensibilidad. Después, como murguista, como cupletero, a donde fuera La Nueva siempre fue reconocido, ha recibido muchos premios y menciones. Como director hace cosas increíbles sobre el escenario”.
SOBRE GUSTOS HAY ALGO ESCRITO
Muy sobre al pasar nos habla de su labor como parte de la Dirección de Cultura, “creo que estamos haciendo cosas, no todas las que pensábamos, pero si se ha avanzado mucho. Hay algunos logros que nos parecen importante y también estar trabajando en un equipo con Denis (Dutra) y Fernando (Alonso), donde prácticamente nos pasamos el día haciendo cosas juntos, eso nos ha enriquecido como personas. En cuanto a mi idea que tenía sobre la cultura, esta etapa me ha cambiado un poco la visión, yo pensaba que la cultura era para los artistas, pero los artistas deben estar al servicio de la gente, porque la cultura es para la gente, los artistas son instrumentos, vehículos para llegar a la gente”. Finalmente nos habla de sus gustos personales: “En música ,Mateo creo que es lo máximo de la música uruguaya, también Fernando Cabrera, pero Mateo es genial. Libro, me gustan Cortazar, Filiberto Hernández, Borges. Película, me encantan las de ciencia ficción, las tres de Matriz. En cuanto al deporte, soy hincha de Nacional de Montevideo, pero no lo sigo, soy hincha para pelea con los de Peñarol. Yo jugué en Parque Solari en la Sub 21, pero son hincha de siempre de Chaná. Se da el caso que jugué en Parque, siempre fui a la cantina de Florida, pero siempre fui hincha de Chaná, porque desde niño íbamos con mi hermano al club, mi abuela lavaba las camisetas de Chaná, y mi abuelo era el equipier…”.
Diga que se me terminó el cassette sino seguíamos hablando con Alberto Chiriff…
- Carlos María Cattani -

21 jul 2010

LOS PROFES DE MÚSICA Y LOS ALUMNOS: PANORAMA DE UN DESAJUSATE.

El derecho a crear

La Música se está re inventando todos los días a partir de los avances  de la sociedad y entre otras cosas, del avance de la tecnología, la Internet, el MIDI, el mp3, creación on line, software para componer, YOU TUBE, etc. Estos avances permitieron una cuestión que para mí es muy importante: la democratización de la creación musical.
Hasta décadas anteriores componer era para los que “sabían música”. Con los modernos métodos de registro sonoro ya no es tan necesario registrar en una partitura lo creado sino que se puede guardar en el celular o en el mp3. Indudablemente que todo lo producido no tiene un “valor musical” pero lo que se amplió es el derecho a crear.

También la tecnología ha permitido acceder desde los primeros años de vida a un mundo sonoro que no tiene límites con una buena conexión a banda ancha. Lo que están componiendo en estos momentos unos vietnamitas puede estar a mi alcance con un solo clic. También se ha perdido la costumbre de escuchar nuestro entorno sonoro más cercano, lamentable por cierto.


Los jóvenes han cambiado porque también cambió la manera de los jóvenes de relacionarse con el mundo, que antes era propiedad de los adultos. Antes se transformaban en sujetos cuando cumplían cierta edad. Hoy se han apropiado de las formas de disfrute, de producción, el tiempo de ocio, consumo y valoración. Los jóvenes cambiaron pero las instituciones de enseñanza no, la formación docente tampoco y los profes de Música, menos.

La tecnología trajo cambios en los roles de profesor, alumno, compositor, espectador, instrumentista y un cambio cualitativo en la relación profesor alumno. Generalmente el profesor era aquel que “sabía Música”, o sea teoría, solfeo y tocar algún instrumento. El alumno era alguien que “no sabía Música” e iba a aprender con el profesor. Hoy en día el alumno llega con una sobredosis de información sonora, conoce grupos, músicas, compositores, da cátedra de su estilo musical preferido y generalmente ha escuchado más y mejor que el profe.

Indudablemente no vamos a sacar buenos músicos enseñando sólo solfeo, definiciones y poca práctica instrumental. Y si esa práctica instrumental es sólo interpretación y nunca creación, entonces el problema es grande. Estamos todos de acuerdo que la Música facilita el desarrollo pleno de las potencialidades, intelectuales y emotivas de una persona. Pero esto no se logra con una hora semanal de canto en la escuela o en el Coro del liceo o escuchando a nuestro profe. No basta conocer el lenguaje musical para ser un músico.

Tampoco se trata de trabajar con recetas. El camino es la humildad para reconocer, que entre otras cosas, nuestros alumnos han escuchado en su corta vida más música que nosotros. Reconocer esto nos debe llevar a escuchar e investigar sobre las músicas de nuestro entorno y más allá. Después seguir formándonos. Hoy podemos estar en contacto con todas las corrientes pedagógicas y aprender. La educación, y la artística en particular, no debe ser “Bancaria” (Paulo Freire). No podemos depositar conocimientos, definiciones, fechas, lecciones de solfeo, en la cabeza de los estudiantes de Música. Debemos educar para la sensibilidad, para el consumo saludable del entorno sonoro. Debemos guiar al alumno para que se sensibilice de los sonidos de su entorno, desprejuicie sus oídos, hacerse crítico de lo que escucha y, sobre todo, a crear. Claro que para eso debemos primero sensibilizarnos, desprejuiciarnos y ser creativos nosotros.


Los conflictos en los centros educativos son un síntoma de este desajuste. Si culpamos a los jóvenes nos sacamos el peso de encima pero vamos a seguir reproduciendo y acrecentando el desajuste. Hay que repensar los conservatorios, las academias, nuestras clases particulares, pero también los programas, los medios, nuestra formación, nosotros, todo. No solamente los contenidos sino también cómo nos comunicamos en un sentido amplio.

¿Es necesario terminar con el desajuste? Es absolutamente necesario. ¿Se va a terminar el conflicto? Definitivamente no porque este conflicto se dio, se da y se va a seguir dando porque de otra manera sería el fin de la Historia, y aún estamos lejos de eso. Para terminar con el desajuste es necesario dialogar y gestionar el conflicto. Hacerlo saludable para todos los involucrados. No estoy seguro de qué hacer pero tengo la convicción que hay que empezar escuchando (como buenos músicos), después dialogar y allí se abrirá un mundo distinto para todos. No será cómodo ni sencillo pero hay que arriesgar.
¡Vale Cuatro!

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